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LA ESPIRITUALIDAD

  • Astrólogo Davids Cruz
  • 6 feb 2018
  • 3 Min. de lectura

La espiritualidad es la aprobación total de la vida, la aprobación completa, la afirmación sostenida de la existencia. Caben distintos modos de responder a esta pregunta. El autor de esta nota dará la suya, intentando aportar ideas y respetando, claro está, otras variables. Dado que la espiritualidad puede ser concebida como una forma del amor, lo espiritual sería, en el tratamiento del tema, integrar visiones más que volverse loco invalidando otras.

El término admite además muchos usos. Puede sugerir religiosidad, sentimientos sublimes, elevación, música tranquila, meditación, paz, templos, orientalismos. Son asociaciones legítimas, pero el sentido de espiritualidad al que aludo en la primera frase de este artículo tiene un carácter distinto. Si la espiritualidad es el amor supremo, digamos, el amor por todo.


La espiritualidad tiene que ver con el sentido pleno, con la visión elevada, pero esa plenitud y esa elevación convocan a una perspectiva que, si bien tiene su dificultad, no admite el cultivo del reparo, la objeción y el reproche que suele caracterizar a muchos planteos que se afincan en el campo de la espiritualidad buscando una pureza imposible. O una pureza mal comprendida, ya que pureza no significa necesariamente negación o alejamiento de la animalidad que somos, sino comprensión del carácter trascendente, elevado, de esa animalidad.


Sí, es difícil la espiritualidad, pero lo es porque es difícil la afirmación de la vida. Implica aceptarla de manera general, no descartar sus aspectos negativos, entender el fenómeno global y captar su necesidad y su valor. Si uno intenta el truco del descarte, es decir, la intención de dejar afuera lo que no nos colma o gusta, ese recorte supone también una incapacidad para la aceptación de lo real. Espiritualidad no es realidad recortada, es realidad plena y asumida, totalmente integrada, aceptada incluso al punto de constituir un desafío al que no resulta fácil responder. Espiritual es ver más allá de las divisiones propias de la posición existencial defensiva: esto no, aquello tampoco, lo otro de más allá menos. De tanto no querer partes, al final no queda nada. El mundo fue vaciado de sentido y el supuesto espiritual tiene que concebir una realidad imaginaria, inaccesible, en la que nunca nadie podrá vivir, porque no existe.


Espiritualidad no es esperar o desear un mundo en paz y sin problemas, o sea un mundo irreal e imposible, es más bien aceptar el valor de esta complejidad indomable en la que vivimos sin poder evitarlo, llegar a sentir un amor por el todo que reivindica aun las partes más difíciles. Espiritual es ser capaz de un más acá tan inmenso y cargado de sentido que elimina la necesidad de transformarse en fantasma y aspirar a un más allá sin cuerpo.


Lo valioso de la espiritualidad es que se define como un camino de búsqueda y crecimiento personal, que supera la habitual mirada de reproche y descontento frente a la existencia y la transforma en una posición de aceptación, comprensión, desarrollo y contento. En ese camino aparece alguien, ese es uno. Ese uno no debe fingir temblores, puede aceptarse en su especificidad contradictoria, entender que la trascendencia no proviene de aspirar a otro mundo sino de estar plena y tranquilamente (o no tan tranquilamente cuando tocan vicisitudes) en este.


La espiritualidad es la visión afirmativa plena y cada uno puede hacer su recorrido para llegar a ese punto de renacimiento en donde a su existencia ya dada suma la asunción y la mirada que reivindica todo, aun lo difícil, lo no querido, lo problemático del vivir como parte del valor increíblemente grande de la insólita vida de la que participamos. Aceptación, sorpresa, encuentro, maravilla de vivir y ser lo que no tiene explicación pero es consistente y hace sentido.


El aporte de la espiritualidad es el de situarnos en el eje de la vida concebida como una aventura y no como un problema, como una posibilidad incierta, desafiante y extraordinaria, que nos hace padecer y disfrutar y que la sabe ver como lo extraordinaria realidad que es.


La clave para esta visión me la dio el zen y también Nietzsche, que hablando de tradiciones indias explica que los más espirituales son aquellos cuyo instinto dice sí, los más fuertes, los que sienten de manera espontánea "el mundo es perfecto". Sí, es difícil, es raro. No neguemos lo que esta oleada espiritual nos ayuda a pensar y a elaborar. Sigamos conversando.



 
 
 

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